Crónica de Helena Bertran Callao
Traspasando el Objetivo es un proyecto que va de la fotografía al empoderamiento con mujeres privadas de libertad. Se trabajan diversas técnicas fotográficas a partir del retrato, ofreciendo a las participantes una cámara y material diverso para experimentar como fotógrafas y como modelos. En las cinco ediciones del proyecto han pasado por el taller casi un centenar de participantes y en la última edición se han disparado 2.700 fotografías , cifras que demuestran el grado de implicación de todas las mujeres que han podido formar parte de estas sesiones. Trabajamos Marta Fàbregas, fotógrafa y directora artística del proyecto, Laura Gálvez-Rhein, la fotógrafa que documenta todas las sesiones, Cristina Sampere, directora de la fundación, Maria Budó, que coordina sus proyectos, Lluís Bullón, realizador, y yo misma, que documento por escrito todo lo que ocurre. Estos meses hemos estado dentro de Wad Ras, codo con codo con mujeres de una fuerza espectacular que nos recibían todos los días con sed de aprender.
Wad Ras es la única cárcel catalana que ofrece un módulo de maternidad. De hecho, es la única prisión catalana que es sólo de mujeres. Esto ya nos da indicios de las opresiones que viven las mujeres privadas de libertad. Un dato: las mujeres constituyen únicamente un 7,5% de la población reclusa (según el informe de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, 2012). Sin embargo, son las más perjudicadas en el entorno penitenciario. Por lo general, la mayoría de mujeres que están en prisión ya han sido víctimas de la exclusión social previamente y ya han crecido en un contexto que propicia el delito. Muchas de ellas son delincuentes porque no han tenido alternativa. Otro factor común entre las mujeres tomadas de libertad es la drogodependencia y la prostitución (datos extraídos del proyecto MIP), y un 96,6% de las mujeres presas en el Estado Español han sido maltratadas de forma grave en algún momento de su vida , de las cuales un 67% han sufrido violencias procedentes de su entorno cercano: amistades, parejas y familia. La mayoría, víctimas de violencia de género (datos extraídos del estudio Mujeres en prisión: un estudio sobre la prevalencia del maltrato realizado por la universidad de Oviedo en el año 2013). Todos estos indicadores nos muestran lo privilegiada que es la posición de las mujeres incluso antes de entrar en prisión y nos hace sospechar de cómo esta posición, una vez pasado la etapa de reclusas, todavía puede empeorar más.
En este contexto es donde trabaja Traspasando el Objetivo , que ha descubierto, en esta edición, la energía devastadora que puede haber dentro de un módulo femenino: a través de las miradas, las participantes, han ido encontrando su seguridad, habitando -la y reafirmándose así en su identidad . Se les ha cedido un espacio únicamente por ellas, un break temporal en el que la única preocupación es disparar la cámara. Ellas, así, cuentan sus propias historias: deciden cómo mostrarse, con qué mirada filtran el mundo, cuáles son las partes de ellas que más les gustan y se dejan llevar a la hora de vincularse con las compañeras a a través del arte.
Chimamanda Ngozi Adichie habla de los relatos del poder en El peligo de la historia única vinculándose estrechamente a la frase que conocemos muy bien: “la historia está escrita por los vencedores, por la gente que tiene poder. Y el resto, permanece al margen” . Ellas, dentro de Wad Ras, viven al margen pese a residir en una calle de Barcelona llena de movimiento. No son vencedoras de nada, a los ojos del mundo: son delincuentes, y la sociedad se lo recuerda silenciándolas; todo lo que permanece en los márgenes también permanece en silencio. Por lo menos, sin línea de comunicación con el centro ni espacio de diálogo abierto. Disparar la cámara implica ocupar una posición, encontrar un espacio, explicarse. Y hacerlo desde cualquier otro sitio implica expresarse, pero hacerlo desde una cárcel es un asunto totalmente diferente. La posición que ocupo no me pertenece: estoy en los márgenes, descontextualizada, fuera de mi entorno habitual y oprimida, en las antípodas de lo mediático. Dentro de una cárcel, por la gente que está fuera, no soy nada. Narrarse, por tanto, desde este espacio oprimido, es de una complejidad que no podemos imaginar las personas que no vivimos privadas de libertad.
En los lugares como las prisiones no hay referentes comunes ni identidades colectivas, se supone que las personas están ahí de forma temporal y parece que no tengan historia, ni peso simbólico, ni identidad. Son espacios solitarios. Son espacios donde es necesaria urgentemente la posibilidad de mirarse a través de un objetivo; por eso Traspasando el Objetivo intenta que estas mujeres, silenciadas y apartadas, puedan expresar lo que sienten y explicarse a sí mismas cómo ven el mundo a través de una cámara.
En las sesiones en Wad Ras las participantes han tenido ganas de hacerse fotos y verse tal y como son, y gustarse, pero también de amar el entorno: hemos visto fotos a gorriones que visitan el patio del módulo, a charcos de agua que quedan en la pista después de un aguacero, a hojas que han ido cayendo durante el invierno. Cuando están en el taller, tienen ganas de experimentar y ver el mundo a través del objetivo, y no a través de su sentencia. Tienen la oportunidad de no estar al margen, de ser escuchadas y de manifestar cómo quieren ser a través de las fotografías que les hacen sus compañeras. Tienen la oportunidad de ser. De existir detrás de la cámara.
Eso mismo es lo que vimos el pasado jueves 28: llevamos a cabo la clausura de la quinta edición, durante la cual entregamos a las participantes su diploma, las fotos que habían hecho así como también el retrato profesional que Marta Fàbregas va realizarlos en la última sesión. Luego colgamos, en el pasillo del módulo, una exposición de las fotos que ellas mismas habían elegido y que las retrataban de una forma muy sensible, ya que se las habían hecho sus propias compañeras. En este contexto, dos de las participantes tuvieron la oportunidad de ser entrevistadas por Ràdio 4. En directo, los oyentes, podían oír sus voces dentro de la cárcel. Tenían la palabra y muchos oídos dispuestos a escucharlos. A medida que iban hablando, los que estábamos en la sala vemos cómo se les humedecían los ojos: la emoción se apoderó de ellas mientras relataban su experiencia en el taller. Había muchas personas, dentro y fuera del salón de actos de Wad Ras, que estaban pendientes de ellas, de sus historias. “Somos personas y estamos vivas”. Y así, Traspasando el Objetivo , les devolvió la voz que se les había tomado.
Helena Bertran Callao