Entredós 2.0
Del 9 de noviembre al 30 de diciembre de 2010
Entredós: siguiendo el hilo
Entredós 2.0 es un diálogo íntimo entre la moda y la creación plástica. Es un proyecto que recrea y recupera la esencia de la alta costura y de la confección durante los años 50 y 60, a partir de la obra de la modista Pilar Ayarza, miembro del taller del diseñador Cristóbal Balenciaga en Barcelona (1935 – 1968).
Con este objetivo, la pintora Rosa Solano y la diseñadora Fiona Capdevila trabajan conjuntamente, cada una desde su campo de creación, para homenajear a la modista y al maestro. El resultado es la exposición que puede visitarse en Setba Zona d’Art entre el 9 de noviembre y el 30 de diciembre. En ella se puede ver desde una instalación que reproduce cómo era el taller de costura de Pilar Ayarza o una muestra de los patrones originales encontrados en su casa, hasta obras pictóricas inspiradas en la creación textil o una colección de ropa exclusiva per a la muestra hecha con papeles de envolver con que la modista hacía los patrones.
Según las artistas, la idea fundamental es “reinventar, reciclar y recuperar pequeñas y grandes creaciones de la confección y la alta costura, así como rendir homenaje a la creadora anónima, a menudo a la sombra del genio”, en referencia a Pilar Ayarza, que, pese a ser desconocida, llegó a vestir a destacadas personalidades barcelonesas. Por esta razón, muchos de los detalles que conforman “Entredós 2.0″ son “documentos prácticamente antropológicos, recuerdos de una época”.
ORIGEN DEL PROYECTO
Todo comienza cuando una maleta misteriosa llega a manos de Fiona Capdevila. En su interior está el testimonio de una época, de una profesión y de una vida. Patrones, fotografías, piezas de ropa, papeles de embalar… todo pertenece a la modista Pilar Ayarza, que muere sin descendencia ni familiares próximos que se hagan cargo de sus pertenencias. A partir de aquí, las dos artistas, Fiona Capdevila y Rosa Solano, inician una búsqueda en la intimidad de Ayarza que da como resultado Entredós 2.0.
INTRODUCCIÓN
Por Jordi Puntí, autor de “Maletas perdidas”
Todas las maletas explican una historia. Tal vez hace años que nadie las ha abierto o quizás sólo las acaban de cerrar. Son maletas olvidadas, abandonadas, perdidas, ignoradas, guardadas bajo llave. En plena calle, en la habitación de un hotel, en un tren, en un rincón escondido del armario de casa. Todas las maletas esperan a que alguien las abra, porque una maleta siempre es un enigma que quiere ser resuelto. Háganle caso, ábranla, saquen su contenido, imaginen la narrativa que une a esos objetos. Busquen compartimentos secretos y dobles fondos –¡es imprescindible!–, contemplen el vacío cuando el contenido esté fuera. Una maleta también es un viaje en el tiempo y en el espacio. ¿Quién dispuso las cosas de ese modo? ¿Cuándo? ¿Por qué guardaron esos objetos? Recuerdo la terrible montaña de maletas amontonadas en Auschwitz, todas con el nombre de su propietario inscrito, un número, a veces la estrella de David. Recuerdo las maletas que se exhibían en el Museo de la Inmigración de Ellis Island, en Nueva York: baúles, fardos, cajas, maletas de cartón que testimoniaban las ilusiones y el agotamiento de los viajes de miles de quilómetros, cien años atrás. Recuerdo la maleta mexicana de Robert Capa, perdida en 1940 y reencontrada hace tres años, un tesoro de negativos de la Guerra Civil.
Nuestra suerte es que las maletas —igual que las historias— no tienen prisa. Son pacientes y esperan cerradas el día en que alguien las abra, que las explique. La maleta de Pilar Ayarza esperaba en un piso del barrio de Gracia. Su vocación de modista, los hilos de horas que cosió y descosió en el taller de alta costura de Balenciaga, los patrones que recortó, sus pasos por la Barcelona de los años cincuenta y sesenta, las fotografías que decidió guardar… Todo esto revivió cuando alguien hizo entrar la luz en aquella maleta. Fiona Capdevila y Rosa Solano descifraron la vida de Pilar Ayarza, capturaron el alma de las cosas que había en la maleta. Después ordenaron los signos y símbolos de una vida, como corresponde a los artistas, y los tradujeron en un proyecto —Entredós 2.0— que quiere recuperar el mundo de Pilar Ayarza tal como era justo antes de que cerrase aquella maleta por última vez. Todas las maletas cuentan una historia, y esta que ahora nos ofrece su contenido en la galería Setba es suave, delicada y colorida como un vestido de Balenciaga.